Las ensaldas siempre son una opción saludable para cualquier momento del año, pero con la llegada del calor se hacen, si cabe, más apetecibles. Y te aseguramos que además, la experiencia de comerte una ensalada preparada con productos cultivados por ti mismo/a es de lo más placentera. ¿Te animas? En este artículo te ofrecemos tres recetas rápidas, frescas y muy ricas con ingredientes que puedes cultivar: el espárrago, el garbanzo y la cebolla morada.
El espárrago: sabor inconfundible
Para cultivar el espárrago tendrás que tener un poco de paciencia. Debes sembrar en febrero o marzo y al cabo de un año trasplantar las raíces. Los brotes aparecerán a mediados de mayo, que entonces podrás recolectar. Deja que el resto de la planta crezca.
En la cocina, lávalos y trocéalos. Retira la parte más dura de la base y hiérvelos sin que queden blandos. Por otro lado pon a hervir 60 gramos de pasta integral y mientras trocea un poco de rúcula. Escurre la pasta cuando esté cocinada y déjala enfriar. Mezcla todos los ingredientes y añade un chorrito de aceite de oliva y una pizca de pimienta.
Garbanzos: fuente de proteína
Sí, en tu huerto también puedes probar a cultivar el garbanzo. Debes sembrarlo al final del invierno o al inicio de la primavera. Es una planta que no requiere mucha agua, si bien has de mantener la humedad del suelo hasta la floración. Evita los suelos muy pesados y calizos. Recolecta la vaina cuando las hojas de las plantas ya estén amarillas y déjalas secar una semana.
Cuando ya tengas el garbanzo listo para el consumo, hiérvelo para ablandarlo y luego saltéalo en una sarten con un poco de aceite, sal y cúrcuma. Trocea un aguacate y un tomate y mezcla los tres ingredientes. Añade aceite de oliva, sal, pipas de girasol y pimienta.
Cebolla morada: aporta color a tu plato
Un consejo, que aunque parece evidente hay que tenerlo muy presente, es que la cebolla morada requerirá de profundidad para desarrollarse adecuadamente.
Mantén el suelo libre de malas hierbas y a la hora del trasplante, poda un tercio de las raíces y los tallos. Se trata de un cultivo que requiere de poco riego.
Para esta hortaliza elegimos un clásico que sigue la norma del “menos es más”. Corta la cebolla en láminas y mézclalas con tomate en gajos y queso feta. Un chorro de aceite de oliva, un poco de sal y orégano… ¡y ya está! Y ya cuentas con tres ensaladas sencillas que puedes preparar en casa o fuera de ella, platos deliciosos y muy sanos que además son agradecidos cuando disponemos de poco tiempo para cocinar.