Todos hemos sido principiantes en nuestra huerta en algún momento de nuestra vida, y efectivamente, a muchos de nosotros, nos hubiera resultado realmente útil contar con ciertos consejos sobre lo que debemos y no debemos hacer en el momento en el que comenzamos a sembrar o a trasplantar nuestras plantitas a su lugar definitivo.
Y por ello, hoy, en el blog de Rocalba, vamos a tratar de resumir algunos de los errores más habituales que todos hemos cometido en la huerta en alguna ocasión.
Plantar demasiadas cosas, y demasiado juntas
Cuando sembramos una verdura o una hortaliza por primera vez, es habitual no saber prever cuán cuantiosa será la cosecha, y por ello, es sencillo llevarse una sorpresa y contar, de repente, con muchas más hortalizas de las que podemos llegar a almacenar o consumir.
Esto puede sucederte, por ejemplo, con los calabacines, pues con dos matas tendrás más que suficientes para abastecer a tu familia, o también, con los tomates cherry, que tienen variedades muy productivas y si nos emocionando mucho sembrando podemos llegar a contar con demasiada cosecha.
Además de la cantidad de semillas que sembramos, es muy importante también respetar los marcos de plantación, es decir, el espacio que dejamos entre nuestras semillas para que se desarrollen las plantas correctamente al crecer. Este es un dato importante que siempre encontrarás en nuestros sobrecitos junto con la tabla del cultivo, para que sepas en todo momento cuántas plantas puedes sembrar en función del espacio disponible.
Sembrar demasiado profundo… o poco profundo
El proceso de siembra, así como el trasplante desde el semillero a su espacio definitivo, es crucial para la vida de la planta, y uno de los secretos del éxito consiste en sembrar la semilla a una profundidad adecuada. Generalmente, se suele cometer el error de sembrar las semillas demasiado profundas. Esto provoca que la semilla no cuente con suficiente fuerza como para germinar y hacerse hueco hasta la superficie.
Lo ideal para la mayor parte de las semillas, es sembrarlas muy cerca de la superficie y cubrirlas tan solo con una fina capa de sustrato, lo justo para que la cubra.
Regar demasiado… o demasiado poco
Cada tipo de planta cuenta con unas necesidades distintas de riego, y es igual de nocivo tanto el exceso como el defecto, aunque lo cierto es que los que comienzan con la huerta por primera vez tienden más a regar demasiado que demasiado poco.
Por ello es ideal comenzar con pocas variedades de plantas, para ir conociendo poco a poco sus necesidades hídricas y poder darles justo la cantidad que nos piden.
Pasarse con la cantidad de fertilizante
A veces, se tiende a pensar que, con los fertilizantes, cuanta más cantidad, mejor, algo completamente incorrecto. Y es que, cuando se trata de abonar, recomendamos encarecidamente seguir las indicaciones del fabricante, y sobre todo, conocer si el sustrato con el que sembramos en la huerta ya cuenta con nutrientes incorporados.
Muchos de los sustratos que se adquieren en el centro de jardinería ya cuentan con abonos de liberación controlada integrados que van liberándose durante un tiempo, que puede llegar a ser de meses. Si a este abono le sumamos el que añadimos manualmente, es posible que nuestras plantas se saturen y se vean afectadas. En principio, si tan solo vemos quemadas las puntitas y bordes de las hojas, podemos remediarlo, pero si se nos ha ido de las manos no habrá nada que hacer y las plantas se habrán quemado sin remedio.
Por ello, es necesario prestar atención a las cantidades para garantizar una nutrición óptima y solo aportar abono a la planta durante los ciclos de vida en los que lo demanda.
No prestar atención a la asociación de cultivos
Somos conscientes de que el policultivo favorece la generación de un ecosistema en las parcelas que no se logra con monocultivos (el cultivo de tan solo un tipo de planta). Sin embargo, el policultivo implica mucho más, como una buena asociación y rotación de cultivos.
Se trata de una forma de cultivo que tiene en cuenta la disposición, dentro de la misma parcela, de varias especies de forma que se beneficien entre ellas, generando simbiosis que pueden traducirse en muchos aspectos. Del mismo modo, hay plantas que no conviene cultivar juntas o de forma sucesiva en el mismo espacio porque pueden perjudicarse unas a otras.
Por ejemplo, no es conveniente sembrar berenjenas en el patatal del año anterior, pues los escarabajos de la patata las atacarán con puestas y larvas de coleóptero. O, si cuentas con un bancal exhausto que ha estado ocupado por un cultivo exigente, como por ejemplo tomateras, no lo dudes y siembra leguminosas: tras su cosecha, la tierra estará lista para sembrar otras verduras, preferiblemente de hoja.
No tener en cuenta las horas de luz de tu parcela
No todas las plantas pueden desarrollarse correctamente con las mismas condiciones lumínicas. En Del semillero al plato ¿Cómo cultivar un huerto a partir de semillas? te hablamos sobre las necesidades lumínicas de cada tipo de planta para que puedas ubicarlas en tu parcela de forma acorde.
No sembrar de forma escalonada
Es habitual que, cuando llega la temporada de siembra de esa hortaliza que hemos estado deseando plantar durante meses, nos emocionemos y sembremos todas nuestras semillas de una, ya sea en suelo o en semillero. Esto puede llegar a ser un problema, pues luego llega toda la cosecha de golpe y de repente uno se da cuenta de que no da abasto. Lo ideal es ir sembrando poco a poco, de forma escalonada, tomando nota de la cantidad de semillas que sembramos y de cuándo lo hacemos, para contar después con cosechas graduales, mucho más provechosas y asequibles de manejar.
Si acabas de iniciarte en el mundo del huerto o conoces a alguien que esté en ello, no dudes en darle estos buenos consejos que favorecerán su iniciación y harán que la comunidad de hortelan@s continúe creciendo.